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Noticias 21 de Marzo de 2022. La XVII edición de la Jornada de la Memoria y Compromiso
25 Febrero 2022
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La Jornada Nacional de la Memoria y el Compromiso con las víctimas de las mafias llega a su vigésima séptima edición: un largo período en el cual se ha formado una vasta red de asociaciones, escuelas, organizaciones sociales, comprometidas en generar cambios desde la dimensión del “nosotros”, la dimensión de Libera.

Se ha recorrido un largo camino desde la primera edición del 21 de marzo, en 1995. Han habido innumerables iniciativas, acciones propuestas y realizadas: bienes decomisados, memoria, educación a la corresponsabilidad, campos de formación, acompañamiento a las víctimas y a quienes han elegido salir del contexto mafioso, formación escolar y universitaria, son sólo algunos de los pilares del compromiso colectivo que hemos construido en este cuarto de siglo.

En los últimos años las mafias han cambiado su forma de actuar, en algunos casos haciéndose más ocultas, pero también más invasivas y peligrosas para nuestras comunidades y nuestra economía. Por lo tanto, la acción contra las mafias y la corrupción tiene que ser una acción innovadora, capaz de leer la complejidad del presente, mirando las raíces de la historia, pero al mismo tiempo mirando también hacia el futuro libre que queremos construir.

La pandemia ha generado nuevas oportunidades de lucro y control social para las mafias, las cuales disponen de un comprobado sistema de colusiones con el mundo político y económico.

El 21 de marzo es tiempo de reflexión, de análisis y de encuentro, de empatia y presencia al lado de las familias de las víctimas de las mafias, personas que han sufrido una gran laceración, que todos podemos contribuir a sanar construyendo juntos una memoria compartida a partir de las historias de estas personas.

Es un día de llegada y de nuevo inicio para nuestro compromiso, un día para poner en el centro a la víctima como persona y al derecho fundamental y primario a la verdad, derecho que es de la víctima, de los familiares, pero también de todos nosotros. Estamos seguros de que existe un derecho-deber a la verdad: la verdad tiene un valor público fundamental para un Estado que quiere decirse a sí mismo democrático.

Leer los nombres de las víctimas, deletrearlos cuidadosamente, es una forma de revivir a estos hombres y a estas mujeres, niños y niñas. Es una forma de no dejar morir el ejemplo de quienes lucharon abiertamente contra las mafias, sin ceder frente a las amenazas y los chantajes para que se desviasen de su deber profesional y civil, pero también es una forma de no olvidar aquellas personas que lastimosamente se encontraron en la trayectoria de una bala, o que fueron víctimas de potentes explosivos dirigidos a otros. Historias palpitantes de vida, de pasiones, de sacrificios, de amor por el bien común y de afirmación de los derechos y de las libertades negadas.

Hacerse cargo de las historias de las víctimas de la mafia representa un ejercicio de memoria responsable y generativa; un compromiso que ante todo devuelve la dignidad a las vidas interrumpidas dramáticamente por la violencia criminal y ofrece una oportunidad para reflexionar sobre la presencia de las mafias y su constante evolución en nuestros territorios. Mantener vivas estas historias, entrelazándolas en una narración plural que constituye un patrimonio colectivo, significa prender la luz sobre historias de países marcados  por contextos de injusticia y criminalidad, pero también por muchas experiencias de resistencia civil y de reafirmación de los derechos de las personas y comunidades.

En vista del 21 de marzo, como siempre es necesario, proponemos iniciar vías de estudio conectadas a las historias de las víctimas inocentes de las mafias, para que sus vidas se conviertan en una oportunidad para redescubrir las raíces y el horizonte de nuestro compromiso diario con la construcción de la justicia, la afirmación del valor de la cultura, la protección y el cuidado de los entornos urbanos y naturales en los que vivimos.

La edición 2022 de la Jornada de la Memoria y Compromiso con las víctimas de las mafias tendrá lugar en Nápoles, una ciudad de cultura y hospitalidad, capaz de responder a la emergencia criminal con iniciativas sociales de vario tipo, una ciudad que genera esperanza. Sin embargo, repitiendo la "fórmula" adoptada en los últimos años debido a la emergencia, Nápoles será la "plaza" principal. Simultáneamente se realizarán iniciativas en cientos de lugares en Italia, Europa, África y América Latina. Puntamos a una amplia participación de todo el territorio nacional, con importantes conexiones internacionales: será una oportunidad para que las instituciones y la sociedad civil envíen una señal concreta de compromiso conjunto contra las mafias y la corrupción.

El lema del 21 de marzo de 2022 Mi tierra. Cultivo y Cultura.

Es un lema que quiere unir dos dimensiones de compromiso, hoy fundamentales para reiniciar. Mi tierra: cuidar de nuestra comunidad local y reinterpretar nuestro ser de ciudadanos globales a partir de la atención al contexto en el que vivimos y a nuestra vida cotidiana. Cultivo y Cultura son dos aspectos que tienen a que ver con la tierra y nuestras conciencias. Dos palabras que sólo se diferencian por una vocal (en italiano se traducen "Coltura y Cultura"), que nos devuelven la necesidad de un trabajo que continúe en paralelo y que mantenga unidos el compromiso de alimentar la Tierra con el compromiso de alimentar las conciencias. A partir de la encíclica Laudato Sì, se ha convertido en central el concepto de ecología integral, una dimensión a través de la cual el respeto al medio ambiente debe combinarse con políticas más justas, capaces de sentar las bases de una verdadera inclusión entre los pueblos y de reducir la brecha que todavía ve cómo una parte del planeta explota a otra. Se trata de un enfoque que potencia el intercambio entre el entorno natural, la sociedad, las instituciones y la economía, construyendo un plan unificado de reflexión y acción que ayude a invertir la tendencia. Con la llegada de la pandemia, se ha hecho aún más evidente que no hay tiempo que perder, que el compromiso para recuperarse de los resultados nocivos de la explotación incondicional de los recursos naturales debe ser inmediato y debe implicar un compromiso internacional coral entre los Estados. Sin embargo, para activar este nuevo paradigma es necesario un cambio cultural, que está siendo provocado por los movimientos ecologistas juveniles pero que aún no es patrimonio de todos. Pero no se trata de un enfoque exclusivamente medioambiental. Tomar este camino significa revisar las relaciones de poder y centralidad, repensar las formas de abuso que se realizan diariamente sobre el medio ambiente para satisfacer un modelo de consumo que ya no es sostenible, que doblega a los territorios, a los trabajadores, que homologa destruyendo las peculiaridades locales, que empobrece. Sabemos que en la raíz de la propagación de la cultura y las prácticas mafiosas, así como de la corrupción, está la necesidad, la falta de libertad que permite la imposición y el sometimiento. Es un sistema violento que afecta a muchos ámbitos y que podemos desarmar para recuperar la soberanía, el protagonismo y la libertad. Debemos comprometernos a conocer a fondo todas las formas de violencia cotidiana que vivimos en nuestros contextos, para construir respuestas sociales capaces de interrumpirlas, capaces de hacer crecer las raíces de una cultura del cambio que ya no se puede posponer.

Fuente: Libera

Traducción: Patricia Chetingber

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